El “Plan Nacional de Alfabetización Quisqueya Aprende Contigo”, que inició el Gobierno en 2013, que ha tenido escándalos mediáticos, que aún no cumple la meta de declarar a República Dominicana libre de iletrados y que hace pocos días fue relanzado, tiene en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el reconocimiento pleno de que marcha bien. La representante de la Unesco en República Dominicana, Katherine Müller-Marín, cuando habla de la experiencia de ese organismo en cuanto al seguimiento de programas de alfabetización en otros países, resalta las dificultades de estos proyectos a la hora de ejecutarse, desde detectar la cantidad de analfabetos, hasta lograr que lo aprendido se traduzca en, por ejemplo, un buen empleo.
“Para mí es muy fácil criticar los programas de alfabetización porque son muy difíciles de administrar”, razona Müller-Marín. Los ejemplos para sustentar su idea van y vienen durante la entrevista. “Decir ‘te alfabetizaste y ya, nunca vas a perder eso’, tampoco es cierto. Es un trabajo muy duro porque no es solo alfabetizar sino mantener ese nivel de alfabetización”, analiza. Unesco ve la continuidad de la educación como parte de ese proceso, que puede ir desde introducir a los adultos a las escuelas, enseñarles un oficio técnico hasta introducirlo a círculos de lectura para no dejar que lo aprendido se olvide.
Müller-Marín, que también representa a Unesco en Aruba y Cuba (reside en La Habana) estuvo en el país presentando el informe educativo “La educación al servicio de los pueblos y el planeta”, el primero que evalúa cómo marchan los países en cuanto al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODM).
Ella en el país también tuvo encuentros con el personal que lleva la cabeza de “Quisqueya Aprende Contigo”. Y cuenta que sintió a ese equipo muy comprometido con este plan, insignia de la Dirección General de Programas Especiales (Digepep). “Para nosotros lo importante es que el programa tenga prioridad del Gobierno (dominicano), que esté bien estructurado, que tenga financiamiento y todo eso lo tiene. Que tenga personas muy comprometidas, dedicadas…”, subraya y a seguidas narra que desde el Gobierno dominicano ha visto que existe una preocupación por identificar las acciones necesarias no solo para la alfabetización per se, sino la educación continua (básica y técnica) y los círculos de estudios, esos elementos que Unesco ve clave en este proceso.
“Según lo que hemos podido analizar y Unesco, que vienen acompañando el programa de alfabetización, vemos que inclusive, a pesar de las críticas y crisis que a veces se dan por un evento… el programa de alfabetización ha estado incorporando a un porcentaje mayor de meta de lo que tenía previsto”, como llegar a 110% de inscripción al plan (diciembre 2015). Müller-Marín aclara que Unesco sirve de apoyo a este proyecto del Gobierno dominicano. Sus declaraciones no son una evaluación, sino la valoración de lo que se está haciendo.
La responsabilidad no solo es del Gobierno
Para Müller-Marín, la alfabetización hay que abordarla desde todos los actores de la sociedad, porque es una responsabilidad no solo del Gobierno sino social.
“…El Gobierno (dominicano) tiene una estructura, está invirtiendo fondos en esto, está invirtiendo esfuerzos, pero la propia comunidad debe desarrollar condiciones para que las personas que se están alfabetizando puedan también incorporarse, por ejemplo, a nuevos empleos. Entonces, dónde están las empresas, o los servicios que están dispuestos a incorporar a las personas que están recientemente alfabetizadas…”, sostiene Müller-Marín.
Es difícil dar con cifras
Uno de los datos que arroja el estudio “La educación al servicio de los pueblos y el planeta” que Müller-Marín presentó en el país, señalaba que detectar la cantidad de iletrados en los países es un proceso muy complejo.
En enero del 2013 se puso en marcha el “Plan Nacional de Alfabetización Quisqueya Aprende Contigo.” Los planes eran alfabetizar a 850 mil personas, y así declarar al país libre de analfabetos en un plazo de dos años. Pero a tres años y 10 meses todavía se estima que faltan 180,432 personas. Una de las justificaciones que dio el Gobierno sobre esto era que, precisamente, hubo un error de cálculos de iletrados y que la cifra real estaba cerca del millón de personas.
Para que República Dominicana se declare libre de analfabetismo debe reducir esa cifra a 5% o menos, según parámetros internacionales. El Gobierno le ha dicho a Müller-Marín que el plan es lograrlo en un plazo de dos años.