Los resultados de la reunión del Comité Político del Partido de la Liberación
Dominicana (PLD), realizada el pasado domingo 19, han despertado una y mil
interrogantes, análisis y debates, que todavía subyacen de forma muy activa en
diversos sectores de la vida nacional.
Las valoraciones varían en función de sentimientos encontrados en torno al polémico tema de la reelección presidencial en República Dominicana, donde organizaciones opositoras al partido de gobierno juegan su rol de pescar en río revuelto, en un intento de sacar ventajas políticas a la situación interna que en estos momentos afronta el PLD.
Un sector importante en el partido fundado por Juan Bosch está convencido de que la decisión del Comité Político, de apoyar la repostulación del presidente Danilo Medina, fue lo mejor que pudo pasarle a esta organización.
Este planteamiento sugiere que el ex presidente Leonel Fernández no representa la carta de triunfo para que el PLD pueda retener el poder más allá del 2016, que es cuando termina el cuatrienio del presidente Medina al frente de la administración pública.
Este es, pues, el epicentro de una discusión que saltó las cercas del PLD para situarse en el discurso opositor, que ahora busca encender las llamas de una confrontación desbordada y socavar la cohesión del partido más ganador de las últimas tres décadas.
Pero, contrario a la visión de quienes avivan el divisionismo ajeno, se trata de un escenario especial para el PLD. Es una coyuntura que, más que crear las condiciones para provocar fraccionamientos irreconciliables, explica en gran medida el proceso de apertura y fortalecimiento de la institucionalidad partidaria que viene experimentando esta agrupación política.
Todo dependerá de cuán inteligente sea el manejo que la máxima dirección del PLD dé a este contexto, que unos cuantos aspiran sea el punto de partida de la debacle de un partido que en los últimos procesos electorales ha sabido conquistar con éxito el apoyo mayoritario del electorado y del pueblo dominicano.
Mi reflexión trasciende la discusión de la conveniencia o no de que se modifique la Carta Magna para permitir que Danilo Medina represente nuevamente la boleta electoral del PLD. Hablo, más bien, de la capacidad de ser plenamente conscientes de que por encima de este evento circunstancial que vive la familia peledeísta, lo que debe primar es la unidad monolítica y el buen juicio de su principal liderazgo.
Estoy segura de que así será. Y respalda mi convicción saber que, desde su creación, el PLD supo manejarse con una filosofía político-partidaria cimentada en la organización de sus estructuras y en elogiables y altos niveles de disciplina.
Las valoraciones varían en función de sentimientos encontrados en torno al polémico tema de la reelección presidencial en República Dominicana, donde organizaciones opositoras al partido de gobierno juegan su rol de pescar en río revuelto, en un intento de sacar ventajas políticas a la situación interna que en estos momentos afronta el PLD.
Un sector importante en el partido fundado por Juan Bosch está convencido de que la decisión del Comité Político, de apoyar la repostulación del presidente Danilo Medina, fue lo mejor que pudo pasarle a esta organización.
Este planteamiento sugiere que el ex presidente Leonel Fernández no representa la carta de triunfo para que el PLD pueda retener el poder más allá del 2016, que es cuando termina el cuatrienio del presidente Medina al frente de la administración pública.
Este es, pues, el epicentro de una discusión que saltó las cercas del PLD para situarse en el discurso opositor, que ahora busca encender las llamas de una confrontación desbordada y socavar la cohesión del partido más ganador de las últimas tres décadas.
Pero, contrario a la visión de quienes avivan el divisionismo ajeno, se trata de un escenario especial para el PLD. Es una coyuntura que, más que crear las condiciones para provocar fraccionamientos irreconciliables, explica en gran medida el proceso de apertura y fortalecimiento de la institucionalidad partidaria que viene experimentando esta agrupación política.
Todo dependerá de cuán inteligente sea el manejo que la máxima dirección del PLD dé a este contexto, que unos cuantos aspiran sea el punto de partida de la debacle de un partido que en los últimos procesos electorales ha sabido conquistar con éxito el apoyo mayoritario del electorado y del pueblo dominicano.
Mi reflexión trasciende la discusión de la conveniencia o no de que se modifique la Carta Magna para permitir que Danilo Medina represente nuevamente la boleta electoral del PLD. Hablo, más bien, de la capacidad de ser plenamente conscientes de que por encima de este evento circunstancial que vive la familia peledeísta, lo que debe primar es la unidad monolítica y el buen juicio de su principal liderazgo.
Estoy segura de que así será. Y respalda mi convicción saber que, desde su creación, el PLD supo manejarse con una filosofía político-partidaria cimentada en la organización de sus estructuras y en elogiables y altos niveles de disciplina.
