El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que hasta ahora se presentaba
al país como paradigma de disciplina, coherencia y preeminencia de los métodos
de centralismo democrático, “blindado” frente a cualquier amenaza de división,
sufre su crisis más grave, por una enconada lucha de poder entre el Presidente
de la República y el presidente de esa organización.
El mejor indicador de que la crisis del PLD es de “extrema gravedad” lo constituye el dato de que en estos momentos no hay mediación, o al menos mediadores o personas con alguna capacidad o autoridad para hacerlo.
En el pasado, esa agrupación se favorecía del hecho de que su Comité Político, con la autoridad que se le reconocía, siempre tuvo la última palabra, pero ello se afirmaba en el hecho de que a su interior operaba la famosa “OTAN”, que era un grupo élite que prácticamente constituía una mayoría relativa que llevaba los temas a las sesiones bajo un virtual consenso.
Pero la reunión del domingo 19 de abril en Juan Dolio, en la cual la OTAN se dividió o mayoritariamente se alineó en una dirección, liquidó la capacidad de mediación que virtualmente administraba.
Al predominar el principio siempre discutible de la “obediencia debida”, el Comité Político aplastó al ex presidente Fernández, que lidera a los legisladores que rechazan la implantación de la reelección en la Constitución de la República.
Lucha por el poder
Como a fin de cuentas lo que se debate en el PLD es el control del poder en el país y los dos líderes principales aspiran al mismo puesto, que es la Presidencia, se ha llegado a una abierta confrontación entre Fernández y Medina.
Mientras uno de los líderes podría verse enfrentado a una resolución del Comité Político, el otro está propiciando una reforma constitucional a la medida, y busca el voto aprobatorio de los legisladores. Hasta ahora, la mayoría de los legisladores están bajo el influjo de Fernández.
El país contempla un proceso que conduce inevitablemente a un choque de trenes. Ya hubo confrontación en el seno del Comité Político, pero la lucha se trasladó al Congreso Nacional. Anoche se introdujo el proyecto de ley que buscaría la convocatoria de la Asamblea Nacional Revisora.
Sin capacidad de mediación interna, muchos se preguntan quién evitará el choque total y final. Algunos sugieren una reunión entre Medina y Fernández, pero si ambos aspiran a lo mismo difícilmente podrán ponerse de acuerdo.
¿Una transacción?
¿Cuál podría ser una salida que evite la materialización de una división ya en desarrollo?
Evidentemente, una transacción, pero para ello tendría que abrirse una negociación conveniente a las partes. Obviamente, los dos no podrían optar por la candidatura presidencial. Deben producirse concesiones que faciliten la solución del conflicto.
Pero el problema se complica. No se ha abierto un medio que sugiera la posibilidad de que se produzca esa solución. Más al contrario, las tensiones están al más alto nivel y ya se habla hasta de expulsiones.
Si se inicia el debate del proyecto de ley en el Congreso, y una parte se impone a la otra, entonces el PLD estaría formalmente dividido, y el poder nadie sabe en manos de quiénes quedará después de las elecciones del 2016.
El mejor indicador de que la crisis del PLD es de “extrema gravedad” lo constituye el dato de que en estos momentos no hay mediación, o al menos mediadores o personas con alguna capacidad o autoridad para hacerlo.
En el pasado, esa agrupación se favorecía del hecho de que su Comité Político, con la autoridad que se le reconocía, siempre tuvo la última palabra, pero ello se afirmaba en el hecho de que a su interior operaba la famosa “OTAN”, que era un grupo élite que prácticamente constituía una mayoría relativa que llevaba los temas a las sesiones bajo un virtual consenso.
Pero la reunión del domingo 19 de abril en Juan Dolio, en la cual la OTAN se dividió o mayoritariamente se alineó en una dirección, liquidó la capacidad de mediación que virtualmente administraba.
Al predominar el principio siempre discutible de la “obediencia debida”, el Comité Político aplastó al ex presidente Fernández, que lidera a los legisladores que rechazan la implantación de la reelección en la Constitución de la República.
Lucha por el poder
Como a fin de cuentas lo que se debate en el PLD es el control del poder en el país y los dos líderes principales aspiran al mismo puesto, que es la Presidencia, se ha llegado a una abierta confrontación entre Fernández y Medina.
Mientras uno de los líderes podría verse enfrentado a una resolución del Comité Político, el otro está propiciando una reforma constitucional a la medida, y busca el voto aprobatorio de los legisladores. Hasta ahora, la mayoría de los legisladores están bajo el influjo de Fernández.
El país contempla un proceso que conduce inevitablemente a un choque de trenes. Ya hubo confrontación en el seno del Comité Político, pero la lucha se trasladó al Congreso Nacional. Anoche se introdujo el proyecto de ley que buscaría la convocatoria de la Asamblea Nacional Revisora.
Sin capacidad de mediación interna, muchos se preguntan quién evitará el choque total y final. Algunos sugieren una reunión entre Medina y Fernández, pero si ambos aspiran a lo mismo difícilmente podrán ponerse de acuerdo.
¿Una transacción?
¿Cuál podría ser una salida que evite la materialización de una división ya en desarrollo?
Evidentemente, una transacción, pero para ello tendría que abrirse una negociación conveniente a las partes. Obviamente, los dos no podrían optar por la candidatura presidencial. Deben producirse concesiones que faciliten la solución del conflicto.
Pero el problema se complica. No se ha abierto un medio que sugiera la posibilidad de que se produzca esa solución. Más al contrario, las tensiones están al más alto nivel y ya se habla hasta de expulsiones.
Si se inicia el debate del proyecto de ley en el Congreso, y una parte se impone a la otra, entonces el PLD estaría formalmente dividido, y el poder nadie sabe en manos de quiénes quedará después de las elecciones del 2016.